Enfrente del lugar donde paran el lobo y el gato que miran muchachas, el pez Farol y otras criaturas fantásticas los contemplan con un poco de escepticismo.
No sé quién habrá sido el desalmado que hizo llorar así a este pobre y simpático bicho que encontramos pegado por todas partes, cerca de la barrera de Juan B. Justo y Niceto Vega.